Esta joven comparsa, remonta sus orígenes al 17 de Octubre del 2018.
Fue cuando un particular del barrio junto con sus vecinos, deciden fundar una comparsa de cabezudos para Parque Venecia mediante la adquisición de cabezudos particulares, "El Payaso" y "el Vasco".
Esta iniciativa, les lleva a constituirse como asociación cultural y poco después, se adquirieron "el Morico" y "La Forana".
Dada la cercanía con el centro comercial "Puerto Venecia" (al que esta comparsa suele acudir todos los años), El cabezudo "Gondolero" perteneciente a este centro, les acompaña en algunas de sus salidas.
Las ganas de crecer se apoderaban del grupo recientemente creado y en las fiestas del año 2019, solicitan algunos cabezudos de la comparsa de Torrero para enriquecer los recorridos con más número de figuras.
Más entrado el año, la comparsa se inscribe en la Coordinadora de Comparsas de Zaragoza.
El 31 de Octubre de 2019, se incorpora un nuevo personaje a la comparsa "el Diablo"
Se presentó en las actividades programadas de Halloween cuyo contexto fue de lo más apropiado.
Durante la pandemia del COVID-19, se decide incorporar dos nuevas figuras: "Popeye" y "Berrugón" este último, donado por el restaurante "Rialto".
También, debido al gran peso y dimensiones del Vasco, se decide sustituirlo por un modelo más cómodo de portear y con un tamaño más asequible.
En las Fiestas del Pilar de 2021, se realiza una exposición de cabezudos contando con un personaje de cada barrio inscrito en la CCZ.
En este evento, quedó demostrado que los vecinos del barrio, tienen una gran afición por los cabezudos.
En las fiestas de 2022, se presenta una nueva cabezuda, "la Venezuda" realizada por el artista fallero Vicente Luna y vestido confeccionado por Disfraces Teresa.
Dada la singularidad de este cabezudo, es emblema de la comparsa en sus representaciones.
"Los gigantes[...] A estos los conocí de niño, les traté, les admiré, les cí, olí y toque; si, les toque también ¡Vaya si les toqué! Eran los míos.
Llegaban lo menos hasta el segundo piso, iban serios y graves; ni se dignaban mirar a los chiquillos que les precedíamos. [...] ¡Qué bailes sus bailes, con qué gravedad danzaban, sin que siquiera se les viera los pies! Pero no, no; que yo se los ví, yo mismo, unos piececitos enanos, chiquirriticos. ¡Qué desencanto!"
Miguel de Unamuno, 1887
"¿Y el cabezudo? ¡Qué fiero nos arremetía! Pero observé (yo siempre he sido observador) que era el cabezudo razonable, y que, como el toro, no azuzándole, se pasaba de largo. Le esperaba yo un día en la acera de mi calle, y según él se acercaba, se acrecentaban los latidos de mi corazón [...] ¡Qué rabia! ¡No se lo que le hubiera hecho...! Ni me tocó [...]
Miguel de Unamuno, 1887
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