Según el testimonio de algunos vecinos veteranos del barrio, antiguamente, ya había cabezudos en Valdefierro. Se comenta que había un Payaso de Pico, Rata, Mejicano, León, Forano, Bruja y Morico. Pero el deterioro hizo que se les perdiera la pista, incluso también se comenta que fueron quemados.
Posteriormente, en las fiestas de Valdefierro, se pedían los cabezudos del barrio vecino, Oliver.
Ya que estos cabezudos, pertenecen a la Junta de Distrito Oliver-Valdefierro, que engloba ambos barrios.
Otras veces, también han acudido cabezudos de otros barrios, pero sobre todo, han predominado los cabezudos particulares.
En Agosto de 2015, varios portadores se juntaron para "restaurar" los cabezudos del barrio Oliver, contando con la ayuda de un par de personas aficionadas en la restauración de cabezudos.
En las fiestas del mismo año, acudió la "Colla de Amigos de Los cabezudos" una comparsa que actualmente, está disuelta.
Al no haber fiestas en el barrio Oliver, los cabezudos sólo los empleaba Valdefierro, encargándose de pintarlos y hacer salidas con ellos.
De la misma forma, seguían acudiendo cabezudos particulares, e incluso, haciendo salidas a pueblos y bolos varios.
Ya en el año 2019, un componente de la comparsa, decide ponerse manos a la obra y crear una comparsa de cabezudos propia para el barrio de Valdefierro.
Comenzando por el Bombín, El Vasco, El Diablo y El Tuerto.
En las fiestas de ese año, se pidieron prestados un Baturro, un Torero, el Dragón de Oliver, una Forana y un Morico.
Ya el año 2020, la comparsa aumentó en número de cabezudos pero no pudieron ser presentados en sociedad por la pandemia mundial del COVID-19.
"Los gigantes[...] A estos los conocí de niño, les traté, les admiré, les cí, olí y toque; si, les toque también ¡Vaya si les toqué! Eran los míos.
Llegaban lo menos hasta el segundo piso, iban serios y graves; ni se dignaban mirar a los chiquillos que les precedíamos. [...] ¡Qué bailes sus bailes, con qué gravedad danzaban, sin que siquiera se les viera los pies! Pero no, no; que yo se los ví, yo mismo, unos piececitos enanos, chiquirriticos. ¡Qué desencanto!"
Miguel de Unamuno, 1887
"¿Y el cabezudo? ¡Qué fiero nos arremetía! Pero observé (yo siempre he sido observador) que era el cabezudo razonable, y que, como el toro, no azuzándole, se pasaba de largo. Le esperaba yo un día en la acera de mi calle, y según él se acercaba, se acrecentaban los latidos de mi corazón [...] ¡Qué rabia! ¡No se lo que le hubiera hecho...! Ni me tocó [...]
Miguel de Unamuno, 1887
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